jueves, 13 de agosto de 2009

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FRANCIA Y LA CONSTRUCCIÓN EUROPEA


Desde 1945 la construcción europea ha estado siempre en el corazón de la política exterior francesa. Tres consideraciones han hecho una prioridad de este gran proyecto: la voluntad de acabar con los conflictos que, por dos veces en treinta años, habían desgarrado al continente europeo y debilitado a Francia; la necesidad, en el contexto de la guerra fría, de proporcionar estabilidad y garantizar la seguridad de los Estados democráticos situados al oeste de telón de acero; y, por último, la ambición, el deseo, de construir un espacio económico, y más tarde social, político y de seguridad, compacto, homogéneo, capaz de transformar Europa en un polo de prosperidad y paz, susceptible de asumir un importante papel en la escena internacional. Dos franceses impulsores del proyecto de construcción europea, Robert Schuman y Jean Monnet, estaban convencidos de la necesidad de agrupar en el seno de una misma organización a las naciones del continente. Apostaron por organizar entre los Estados europeos una solidaridad económica con intención de propiciar un acercamiento político. En esta perspectiva se constituyó el 18 de abril de 1951 la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA), cuyas instituciones sirvieron de modelo para el desarrollo de la construcción europea. El 25 de marzo de 1957, los seis Estados miembros de la CECA (Alemania, Bélgica, Francia, Italia, Luxemburgo, Países Bajos) firmaban el Tratado de Roma, que instituía la Comunidad Económica Europea (CEE). Dichos países se comprometían a ligar su destino económico, aboliendo toda barrera arancelaria entre ellos y organizando una política agrícola común (PAC).